Importancia del Libro
El próximo 20 de diciembre se cumplen 30 años de haber sufrido como panameños y panameñas, la más dolorosa afrenta a la dignidad e identidad nacional, que costara más vidas de coterráneos que cualquier otro hecho en toda la historia de vida republicana de nuestro país.
Sin embargo, su valoración histórica pasa totalmente inadvertida para las nuevas generaciones, es decir, a quienes tienen entre 30 a 35 años o menos de edad, quienes no habían nacido para esa fecha, o bien eran tan pequeños que no fueron conscientes de la tragedia. La omisión en los textos de historia de Panamá de este acontecimiento o bien la desaparición de la cátedra de Panamá-Estados Unidos del pensum académico del segundo ciclo entre los años 2012 y 2016 contribuyeron a esa amnesia en la memoria histórica colectiva de los jóvenes.
Por suerte, la asignatura de Relaciones entre Panamá y Estados Unidos, creada desde 1973, fue restaurada a través de la Ley 37 de 2015. Asimismo, la Corte Suprema de Justicia emitió el fallo correspondiente (13/5/19) que niega la petición de inconstitucionalidad de las leyes que obligan a la enseñanza de la geografía e historia, historia de las relaciones entre Panamá y Estados Unidos, el inglés y el español en la educación superior, solicitud hecha en base al criterio de que violaba la autonomía universitaria. Y es que no pueden violar la autonomía cuando esas leyes son desarrollo de normas constitucionales que señalan la importancia de “fomentar en el estudiante una conciencia nacional basada en el conocimiento de la historia y los problemas de la patria” (artículo 93 de la CP). Por lo tanto, conciencia nacional y autonomía universitaria no son incompatibles.
Por ello es que adquiere importancia la obra que hoy reseñamos: “La Verdad sobre la Invasión”, publicada por primera vez en 1990, por el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA); y por ello es que adquiere tanto éxito de divulgación, pues es la única relativa a la temática que hoy cuenta con 6 ediciones.
Se trata de un libro cuyo valor fundamental es documentar inmediatamente (durante el 1er año), los hechos ocurridos con base en fuentes directas: los valiosos testimonios de los actores de los hechos; dentro de un contexto político-económico nacional e internacional que bien analiza el autor; además de incorporar las valoraciones de los daños en vidas y pérdidas materiales hechas por los propios afectados o involucrados; más las opiniones de 11 líderes de diferentes tendencias políticas; respaldando lo anterior con la reproducción de 7 documentos importantes para entender la coyuntura, como lo es un extracto del Documento de Santa Fe II.
Es decir, es un documento síntesis que recoge las diversas fuentes documentales y testimoniales que eran accesibles en el momento, más las opiniones de dirigentes políticos, con los análisis de fondo propios del autor y necesarios para entender la invasión.
Es así como Beluche entrevista o recoge testimonios reproducidos en diversos medios, de 27 actores directos que narran cómo vivieron la intervención norteamericana en El Chorrillo, Balboa, San Miguelito, Río Hato, Colón, Chilibre, Paitilla, Tumba Muerto y en el Interior; cómo vivieron los periodistas la invasión; cómo pelearon quiénes resistieron la incursión armada; y las impresiones del Vice-Canciller saliente y del testigo privilegiado de la toma de posesión del mandatario y los Vice-presidentes del nuevo gobierno tras la invasión.
¿Quién es Olmedo Beluche?
Olmedo Beluche en diciembre de 1989 contaba con 31 años de edad y era un joven sociólogo y dirigente del Comité Ejecutivo del Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Al producirse la invasión intervino en los primeros momentos, en una transmisión radial (Radio Nacional), manifestándose en contra de la agresión estadounidense en representación de dicho Partido, señalando que el militarismo era un problema interno de los panameños y que la intervención extranjera no iba a traer consigo ninguna democracia al país, demostrando un decidido valor personal en momentos trascendentales para la patria istmeña.
“La verdad sobre la invasión” fue de sus primeras obras y desde entonces perfilaba al catedrático universitario y cientista social serio y comprometido que es hoy, considerado como “uno de los analistas políticos más críticos y agudos del país” (JIR. Fernández de Caño), con 6 ó 7 libros escritos y cientos de artículos publicados en revistas como “Lotería” o “Tareas”, en la prensa escrita, en blogs de organizaciones populares como “Polo Ciudadano” a la cual pertenece y en páginas web como la de “Rebelión” y “América Latina en Movimiento”.
Prolífica producción literaria basada en la invasión
La intervención armada estadounidense de 1989 ha sido fuente de inspiración de connotados autores nacionales y extranjeros, quienes han escrito artículos, ensayos, poesías, cuentos, novelas. Esta producción literaria se expresa en más de 40 obras de los siguientes Autores: (Década de los 90s): Enrique Ortego (1990), Ramón Oviero (1990), Rolando Sterling (1990), Enoch Adames (1990), José Cambra, José de Jesús Martínez, Juan Jované (1990), Everardo Bósquez, Marco Gandásegui y Luis Navas (1990), Ricaurte Soler (1991), Enrique Chuez, (1991), Guillermo Cohen Degovia (1991), Eleazar Ben-Yair (1992), Mario Augusto Rodríguez (1994), Carlos F. Changmarín (1995), Giancarlo Soler, Moravia Ochoa, Héctor Collado, Manuel Noriega y Peter Eisner (1997), Pedro Rivera y Fernando Martínez (1998), así como de COPODEHUPA (90).
Más recientes (Décadas 2000 y 2010): José Franco (2001), Jilma Noriega de Jurado (2002), Carlos Fong (2011), Daniel Delgado Diamante (2014), Pedro Rivera y Fernando Martínez (2014), Lázaro Mora (2016), Carlos Collado Vargas y Gabriel Zeballos (2018), J. Scott Bronstein y Rita Vásquez (2018), Claudio De Castro y Julio Yao (2019).
Destacamos la labor editorial sobre la temática de la Invasión, del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) y del Instituto de Estudios Nacionales (IDEN) de la Universidad de Panamá. Así como la producción de películas (“Invasión”, de Benaim Abner), la existencia de blogs (“Memorias de la Invasión” editada por Lilian Guevara) y hashtag (“cuentalainvasión”), y quizás otras tanta iniciativas ignoradas por nosotros.
Nuestra labor en la divulgación de los hechos a nivel internacional y en develar las cifras y circunstancias de los caídos.
La invasión llevó al equipo jurídico del Servicio de Paz y Justicia en Panamá (SERPAJ-Panamá), del cual formamos parte, a dedicarnos durante el año 1990 a auscultar los casos de homicidio perpetrados contra panameños y que hubiesen sido investigados por el Ministerio Público. Esa investigación arrojó 27 personas asesinadas y una desparecida a raíz de la invasión, siendo que en 27 de los casos se ordenó un sobreseimiento provisional, objetivo e impersonal por parte de los tribunales y sólo una ampliación de la investigación, estableciendo que la guerra es eximente de responsabilidad, fundamentalmente, argumentación que conduciría a una situación de impunidad en estas investigaciones penales. Este material sirvió de base al Tribunal Permanente de los Pueblos, tribunal de opinión fundado en 1979 que sesionó en Panamá del 7 al 9 de enero de 1991, a considerar que se perpetraron crímenes de lesa humanidad en la invasión, por los asesinatos de población civil no beligerante y de miembros de las Fuerzas de Defensa fuera de combate, si bien el número de estas víctimas no pudo ser precisado, el Tribunal afirmó que la hipótesis mínima comprendía varios centenares de personas muertas. Todo este material relativo a la sesión de este Tribunal se recoge en el libro: “A 20 años de la invasión a Panamá ¡Prohibido Olvidar! 1989-2009”, compilación de artículos varios sobre la invasión, publicado por la Universidad de Panamá, en el 2010 (pp. 219-313).
Asimismo destacamos el trabajo de lobby o cabildeo realizado por el profesor Vicente Archibold, en representación del SERPAJ-América Latina, en febrero de 1990, al seno de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con sede en Ginebra, Suiza, que dio como resultado una Resolución que “deplora profundamente la intervención militar extranjera en Panamá”, por considerarla “una flagrante violación del derecho internacional y de la independencia, soberanía e integridad territorial de Panamá”. Esta labor es recogida en el libro de Beluche (pp. 117-118).
Hemos avanzado, la lucha continúa (temas pendientes)
La Comisión 20 de diciembre de 1989, formalizada el 20 de julio de 2016 por el gobierno nacional, constituyó un avance en cuanto a la labor encomendada, de identificar y constatar el número de víctimas de la invasión, así como establecer las violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional. Su mandato fue inicialmente de 2 años, pero se prorrogó hasta el 1º de abril de 2019. Se desconoce a la fecha su Informe final relativo a la labor realizada en los últimos 3 años. Sólo se aprecia en su página web un listado provisional de Víctimas, con 330 nombres, levantados con base en “la lista del Centro de Estudios Estratégicos de Panamá del 26 de octubre de 1992 y el listado del Jardín de Paz”, sin especificar mayores detalles (número inferior a la propia lista de este Centro, el dado por la Iglesia Católica y el Comité Panameño de Derechos Humanos).
No obstante, los retrasos burocráticos de esta Comisión, que contó con una partida presupuestaria de un millón de balboas y facilidades de informaciones oficiales de las instituciones públicas, la buena noticia es que casi 29 años después de producida la agresión estadounidense a nuestro país, se profiere una decisión por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, el 5 de octubre del 2018 y hecha pública el 15 de noviembre de dicho año, en el Caso José Salas y Otros –vs- Estados Unidos, el cual aglutina a 272 personas víctimas de la invasión (muertos, heridos, desaparecidos, afectados en sus propiedades, víctimas de intimidación), asistidas por el Centro de Derechos Constitucionales (CCR) de EU, representado por los abogados José Luis Marín y Gilma Camargo.
En dicha decisión se insta a EU a reparar integralmente las violaciones de derechos humanos, adoptando medidas de compensación económica y satisfacción; a disponer de medidas de atención en salud física y mental de las víctimas que así lo requieran; y realizar investigación para esclarecer plenamente los hechos e identificar responsabilidades e imponer sanciones por las violaciones de derechos humanos, como los derechos a la vida, libertad, seguridad e integridad personal, a la propiedad, a la justicia y la protección a la infancia.
Esta decisión de la CIDH exige que a nivel de la sociedad civil hagamos una gran fuerza común con las víctimas y sus organizaciones para lograr plenamente la reparación requerida, por parte de la nación norteña. Ojalá el actual gobierno haga suya esta causa para hacer cumplir tal decisión.
Queda pendiente también la declaración del 20 de diciembre como día de duelo nacional, lo cual ha sido un clamor popular a lo largo de casi 30 años. Lo importante de esta declaración es que la sociedad como colectividad asume el sufrimiento por la pérdida de vidas, hace justicia a los caídos y reconstruye la memoria histórica.
El libro de Beluche es pieza clave para entender lo que fue la invasión estadounidense a Panamá y, sobre todo, para las nuevas generaciones que no vivieron la agresión armada, pero tampoco han sabido de ella en la escuela, por los vacíos ya denunciados. Asimismo los valiosos testimonios que allí se recogen, junto con otros importantes otros trabajos sobre la temática, constituyen insumos necesarios para determinar aspectos de “la verdad sobre la invasión” que aún no quedan dilucidados como el número de muertos y su identidad.
Así se va reconstruyendo la historia y la memoria colectiva en torno al 20 de diciembre, con retazos de aquí y de allá; con la recopilación de las vivencias de quienes sufrieron en carne propia la tragedia; con los análisis de los académicos; con las luchas del pueblo por su derecho a autodeterminar su destino, a vivir su duelo por los caídos y que se haga justicia a las víctimas.
Como dijo Clara González en 1957:
“Pero como en la ley de la evolución, tanto orgánica como social, el presente ha sido engendrado en el pasado, y la realidad de hoy contiene en su germen la de mañana. De todo lo que perece no sólo materialmente sino en la mente de las generaciones, queda algo del ayer que es el legado social que aprovechamos para enriquecer y darle sentido a las experiencias de hoy y preparar la realidad del futuro que se gesta”.
A 30 años de la invasión, ¡PROHIBIDO OLVIDAR!
Por: Anayansi Turner