Ciudad de Panamá, 20 dic (EFE).- La «profunda herida» causada por la invasión de EE.UU. a Panamá «aún permanece abierta» afirmó este lunes el arzobispo metropolitano, José Domingo Ulloa.
Ulloa hizo esta afirmación durante una invocación religiosa por el 32 aniversario de la acción militar estadounidense que derrocó al dictador Manuel Antonio Noriega.
Al recordar a los «caídos el 20 de diciembre de 1989», el prelado calificó la invasión como «uno de los acontecimientos más doloroso de la historia» del país.
El prelado recordó que más de tres décadas después de la invasión no se conoce «a ciencia cierta cuántas vidas se perdieron» en aquel acontecimiento, y consideró que son miles las víctimas que exigen saber la verdad.
Es por ello que resaltó la «gran responsabilidad histórica» que tiene la llamada «Comisión Especial 20 de diciembre de 1989, creada en el 2016 con el objetivo de «esclarecer y ofrecerle al pueblo panameño la verdad de lo sucedido durante la invasión».
Más de 30 años después aún no se sabe con certeza en Panamá el número real de los fallecidos durante la invasión, en la que EE.UU. movilizó 26.000 soldados y usó armamento de última generación para capturar a Noriega (1934-2017).
Acusado de narcotráfico por Estados Unidos, Noriega, que gobernó de facto entre 1983 y 1989, se entregó el 3 de enero de 1990 a los estadounidenses, lo que supuso el desmantelamiento de las Fuerzas de Defensa panameñas.
Documentos estadounidenses desclasificados a lo largo de los años y publicados por primera vez en diciembre de 2019 señalan 516 muertos durante la invasión, de ellos 314 militares, y la gran mayoría panameños.
Mientras, en el país centroamericano se habla de miles de civiles fallecidos y de violaciones de derechos humanos y la Comisión Especial, respaldada por el Gobierno panameño, que ya ha identificado al menos 350 víctimas, sostiene que los muertos fueron civiles y habla de «violación de protocolos de guerra».
Fuente: SWI