A solo horas de cumplirse, 32 años de la invasión a Panamá por Estados Unidos, un 20 de diciembre de 1989, aún el debate se mantiene entre justificación de algunos y rechazo por parte de otros, pero el hecho más marcado es no contar con cifras oficiales de muertos y desaparecidos, durante esta acción contra militares y civiles sin distinción. Esta es la introducción de un trabajo realizado para la Universidad de Panamá con colegas periodistas como Isaac Vargas y Joan Mayorga.
Hablar de cifras de muertes en la invasión es abrir una caja de pandora por el entramado que, esta acción bélica sin precedentes en nuestro país, provocó hace más de treinta años.
De acuerdo a fuente consultada por el Ministerio Publico para el trabajo de investigación, entre el 20 de enero y el 2 de julio de 2020, en la manzana 90 del cementerio Jardín de Paz, se exhumaron 30 bolsas mortuorias con restos humanos, 2 restos individualizados sin bolsa, y 1 fragmento de hueso humano suelto en el relleno de la fosa. Todos fueron trasladados a la Morgue Judicial del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses para su análisis. Sin embargo, limitaciones presupuestarias afectan la investigación para realizar perfiles genéticos que permitan confirmar identidad de estos restos mediante el análisis de ADN.
Es una tarea difícil por las connotaciones emotivas, las condiciones socio-económicas y políticas de la fecha y aún en la actualidad. Sin embargo, la memoria histórica es rescatable no por ‘masoquismo’ ni por profundizar más heridas sino porque es parte del tejido y sentido de la patria misma, que supera el Día de Duelo Nacional y la poca información en nuestros libros de historia sobre los hechos, alejados de toda ficción por la dureza y la crueldad representada.
De ‘Just Cause’ nada. Como país debemos seguir edificando y reconstruyendo, tanto individual como colectivamente. De eso sí hay mucho, así que adelante sin más dilación.
Fuente: El Siglo