Hemos finalizado la fase de campo que iniciamos el 20 de enero en el Jardín de Paz, relacionada con la misión de determinar el número y la identidad de las víctimas, como parte del compromiso adquirido por la Comisión 20 de diciembre de 1989. Nos preparamos ahora para repetir el mismo proceso en el cementerio de Monte Esperanza, donde nos espera una fosa común que contiene también un número indeterminado de cuerpos no identificados.
La actividad responde a la reapertura de casos que investiga la Fiscalía Superior de Descarga del Área Metropolitana de Homicidio y Femicidio a cargo de la fiscal Geomara Guerra.
El primer hallazgo que nos sorprende a todos es que ni la cantidad ni la ubicación de los restos encontrados durante las excavaciones responden a la información histórica que manejábamos, ni a la planimetría del cementerio, ni a la localización de las lápidas, cuya ubicación no representa la de los cuerpos cuyos nombres ostentan.
En el Jardín de Paz se llenaron 33 bolsas con restos de cadáveres no identificados encontrados en la manzana 90 Bis del mapa que registra las tumbas donde por 30 años rendimos homenaje a todos los caídos, posiblemente en un área donde no estaban sus restos.
Ahora estas bolsas reposan en la morgue esperando ser analizadas por los expertos antropólogos que trataran de identificar a quienes pertenecen, mediante la aplicación de las más modernas tecnologías vinculadas al ADN. Para ello deberán seguir rigurosos procedimientos que permitan descubrir tejido, en este caso en huesos con más de treinta años de permanecer
enterrados, situación sobre la cual hay solo un puñado de experiencias en el mundo que pretenden ser aprovechadas ahora en Panamá.
En el trabajo, los expertos panameños del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Panamá, asesorados por los técnicos del Equipo Argentino de Antropología Forense que tienen experiencia en el manejo de restos con muchos años de existencia sin ser analizados y apoyados por la Cruz Roja Internacional y la Cruz Roja Panameña, y un grupo de colombianos especialistas en antropología forense que colaboran en la experiencia.
El resultado de esta investigación lo esperan con ilusión, desde hace más de tres décadas, un valiente grupo de panameños que mantuvieron vivo el interés por conocer dónde están los restos de sus familiares y que fueron desconocidos hasta hoy por las autoridades.
Los acompañan en esta saga todos los panameños, especialmente los más jóvenes que se preguntan por qué se les ha vedado durante todo este tiempo el derecho a conocer la verdad de esta etapa de nuestra historia que estamos próximos a descubrir.
Hoy la voluntad de hombres y mujeres que han mantenido vivo el recuerdo de los caídos y la de otros que han respaldado esta justa causa, está permitiendo que se escuche el grito de la historia surgiendo de la tierra que guardó todos estos años el rastro de los acontecimientos, permitiéndonos por fin, acercarnos a la verdad histórica.
El autor es presidente de la Comisión 20 de diciembre de 1989
Fuente: La Prensa