El Presidente de la Comisión 20 diciembre analiza el trabajo realizado, el futuro de esta estructura y detalla las dificultades para continuar con el trabajo encomendado.
Este 20 diciembre, se conmemoran 34 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá, en 1989. Con la excusa capturar a Manuel Antonio Noriega para que fuese juzgado en las cortes estadounidenses y, de paso, acabar con la dictadura militar y reestablecer la democracia en Panamá, los Estados Unidos ejecutaron la operación Causa Justa (“Just Cause” en inglés).
La captura de Noriega implicó la muerte de un número indeterminado de civiles y militares panameños (cientos según unas fuentes, miles según otras), así como la destrucción de buena parte de la ciudad de Panamá y algunos otros puntos del país, no importa que fuesen cuarteles, barrios residenciales o áreas comerciales.
Conversamos con Rolando Murgas Torraza, actual comisionado presidente de la Comisión del 20 de diciembre, sobre los avances del trabajo de la Comisión y la perspectiva actual de la sociedad panameña con respecto a la Invasión, a casi siete lustros de aquella fecha.
La Comisión del 20 de diciembre se creó en 2016 para investigar y recopilar información sobre las víctimas y las violaciones a los Derechos Humanos cometidos durante el ataque estadounidense de diciembre de 1989.
José María Torrijos Legazpi (JMTL): A 34 años de la Invasión de Estados Unidos a Panamá en diciembre de 1989, ¿qué hay que presentarle a la gente para esta conmemoración?
Rolando Murgas Torraza (RMT): Es bueno precisar que, por un espacio de unos 30 años, como que el país le dio la espalda y se prefirió mirar para otro lado sobre la verdad del 20 de diciembre de 1989. Durante el gobierno del expresidente [Juan Carlos] Varela, en el año 2016, se creó esta Comisión del 20 de diciembre de 1989, que fue inicialmente presidida por el ingeniero Juan Planells, que hizo una gran labor. Lamentablemente, falleció a fines del año pasado, 2022, y me ha correspondido a mí desempeñar desde entonces la presidencia. En ese decreto se nos mandató, entre otras cosas, identificar las violaciones a los Derechos Humanos, al Derecho Internacional y al Derecho Penal, Penal Humanitario, en las que los Estados Unidosincurrió al invadir Panamá. Es decir, el decreto que crea esta Comisión da por sentado que esas violaciones existieron y esto es muy importante, cualitativamente importante. Y la tarea nuestra es de especificar en qué consistieron y cómo se dieron esas violaciones que una simple percepción de la magnitud de los hechos revela, pero que también tiene una serie de connotaciones, unas evidenciadas y otras quizás en otro plano. [A] La Comisión le ha correspondido la tarea no sólo de cuantificar, que quizás a veces es una preocupación que gravita bastante por la magnitud de las cifras que se han estado dando; pero hay un punto importante, que es en el que actualmente nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo, que es el de darle identidad a esa víctimas, entre otras cosas a la cuales me puedo referir, es decir, hay familiares que todavía viven la angustia de no saber dónde están sus muertos.
Usted sabe que esa es la gran duda para mucha gente: “¿Cuántos fueron?”. ¿Es es injusto limitar los temas de la Invasión a un número?
Creo que es entendible que se quiera saber específicamente, pero hay que entrar a los aspectos que están viviendo los familiares e, incluso, el impacto de la Invasión. Quizás ese impacto que le voy a mencionar va a ser muy difícil de entender: el impacto de las vidas destruidas o cambiadas, no solo por la muerte; sino por la magnitud del espanto, del miedo que vivieron los que sufrieron la Invasión. Adultos y también niños. Niños que hoy día ya son adultos, pero que arrastran una tragedia no solo de pérdida de familiares, de situación económica derivada de eso, sino del trauma de haber vivido la intensidad, lo horrible de esa invasión. El bombardeo de El Chorrillo, por ejemplo. ¿Cuántos de esos niños, hoy adultos, tienen una vida normal? Esa es una respuesta que difícilmente nosotros podemos dar. Es un trabajo que habrá que hacer; pero doloroso es que todavía haya familiares que no sepan dónde están sus muertos e, incluso, que —donde esperaban que estuviese su familiar— el que está es otro que tampoco, entonces, se pudo identificar.
La Comisión nace durante la administración pasada, ¿sigue siendo interés del gobierno panameño el tema de la Invasión?
Bueno, yo pienso que sí. Incluso, obviamente, a los Estados Unidos no debe serle muy agradable que esta Comisión esté externado sus valoraciones de la Invasión, pero resalto algo: el primer presidente del país que introdujo el interés en rescatar el valor dramáticamente histórico de la Invasión fue el expresidente Varela, cuando creó esta comisión y le dio fines específicos, no sólo en cuanto a la cantidad de víctimas, sino, [en cuanto a] las violaciones que se dieron a los Derechos Humanos, que efectivamente se dieron. Y el presidente Varela inició [el protocolo de] la presencia del presidente acompañado de [sus] ministros el 20 de diciembre en los actos en el [cementerio] Jardín de Paz.
Y más allá de lo simbólico, porque muchas veces una de las quejas de la Comisión era la falta de presupuesto, la falta de herramientas; ¿ha habido un interés?, reitero, más allá de lo simbólico, del “qué bonito el gesto», ¿ha habido interés, realmente, por lograr encontrar las verdades de todo este asunto?
Sí, nosotros hemos tenido dificultades en ambos gobiernos para tener la disponibilidad de los fondos que son administrados por la Fundación [Ciudad] del Saber. Y lo que ocurre es que a esta Comisión se le dieron plazos cortos para rendir un informe, que se fueron prorrogando y en el Presupuesto Nacional no entrábamos porque se nos vencía el periodo.
El próximo año son 35 años y a la gente le gustan las cifras redondas. Una de las cosas que están pasando actualmente y de lo que mucho se habla es de los recortes que va a haber al Presupuesto de la Nación para el 2024. ¿Le preocupa a la Comisión? ¿Le preocupa ser parte de esos recortes?
Bueno, sí, es una preocupación y realmente para el año que viene, el año 2024, como a nosotros se nos prorrogó el periodo hasta enero del 2025, por primera vez deberíamos aparecer en el Presupuesto Nacional, porque antes y hasta este año 2023 había que estar gestionando una partida extraordinaria. Nosotros, los fondos del año 2023, los hemos venido a recibir hace poco menos de un mes. [Para el 2024] Nosotros esperamos que se incluya, que esté incluido en el presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores la partida correspondiente. Ahora tenemos el temor de que obviamente, por todo lo ocurrido, va a haber recortes y ojalá no se nos incluya.
¿De cuánto es el presupuesto de la Comisión? ¿De cuánto es el presupuesto anual?
Es poco más de 400.000 Balboas.
¿Y eso para qué alcanza?
Bueno, para funcionar administrativamente, hacer toda las tareas de investigación, recepción de testimonios, [material] documental, no alcanza para mucho. Nosotros tenemos, incluso, que [garantizar que] haya insumos para las pruebas que tienen que hacerse para determinar la identidad de los cadáveres y los fondos son muy estrechos. Aquí los comisionados estamos ad honorem, no cobramos viáticos, no cobramos dietas. El trabajo que hacemos es totalmente ad honorem, incluida mi persona como presidente. El personal administrativo es limitado. Estamos aquí en esta oficina, en el Parque Omar, que corresponde al Despacho de la Primera Dama. Y, años anteriores, estuvimos un poco precariamente aquí, con plazos definidos, y, afortunadamente, en este periodo se nos ha dado de manera indefinida. La ACP [Autoridad del Canal de Panamá] nos ha brindado un local, pero ese local hay que remodelarlo y no tenemos fondos para eso. Pero hay algo más: esta comisión tiene fecha de caducidad (enero de 2025). Entonces, hacer gastos en una instalación. Por eso, nuestra propuesta que estamos, tenemos que formalizar, es que por Ley sea creada esta comisión más allá de lo que estamos [estipulados] ahora mismo, porque hay tareas que continuar, sobre todo mantener viva la memoria de los panameños y construir, custodiar debidamente esa memoria histórica para que no se pierda, porque ha habido un cambio cualitativo muy significativo, a mi juicio, en la actitud de muchos panameños, que, por la forma en que se vendió por los norteamericanos la Invasión, no llegaron a dimensionar realmente lo bárbara e injustificada que fue esa invasión.
Hay quienes ven la Invasión como el acto que permitió el retorno a la Democracia. ¿Se puede ver la Invasión como una tragedia y como una victoria a la vez? ¿Una cosa es excluyente de la otra?
20 Eso fue uno de los pretendidos fines de la Invasión. Ninguno de los fines invocados fueron reales ni tenían base. Ni en los tratados Torrijos-Carter, que no hay nada que le permita hacer algo como lo que hicieron, aunque haya quienes digan que sí, no tienen ese poder jurídico que tuvieron con el tratado original. ¿Por qué no rescataron la democracia en Argentina o en el Chile de [Augusto] Pinochet o en Uruguay o en Nicaragua? Esto aquí entró en la geopolítica de los Estados Unidos e, incluso, en los documentos de Santa Fe se desprende ya su intención de no cumplir con los tratados Torrijos-Carter, porque después de la Invasión, puedo recordar bien, se dio un movimiento para que se quedaran las bases militares, so pretexto que aportaban a la economía en ingresos indirectos de 300 a 400 millones [de Balboas], no en pagos directos, 14 bases militares de las cuales querían varias. ¿Cuánto da Amador, cuánto da Clayton, o cuánto le da a la economía todo lo que revirtió con los tratados Torrijos-Carter? No hay ni sombra de comparación, pero aquí, vergonzosamente, se trató de vender que queríamos la presencia norteamericana y hemos podido vivir sin ella o de la misma manera en que estaban antes.
La Comisión, al final, de maneja con recursos del Estado y el Estado, en teoría, somos todos ¿Hay un lugar para aquellos que hoy en día siguen de acuerdo con la Invasión, hay un lugar en la Comisión para ese grupo de la sociedad?, porque es un grupo de la sociedad.
Sí, pero es un grupo que, ahora mismo, es menor que antes, yo diría que mucho menor. Aquí se ha avanzado en un cambio cualitativo en la percepción de la Invasión. En la Comisión, obviamente, ninguno de nosotros comparte la teoría de que fue una liberación. Uno como ciudadano puede respetar la opinión de otro; pero creo que es una opinión, con todo respeto, totalmente errática. Ellos no nos invadieron porque querían democracia en Panamá, nos invadieron por otras razones.
Estados Unidos, a diferencia de años anteriores, tiene un embajador nombrado en el territorio panameño, Mari Carmen Aponte. ¿En alguna ocasión, desde que se creó la Comisión, la Embajada de s Estados Unidos o la embajadora actual, se le han acercado?
Bueno, nosotros hemos tenido contacto, ya hace tiempo, cuando estaba el ingeniero Planells, con personas de la Embajada (no a nivel de embajador) que nos dieron algunas explicaciones y ofrecieron proporcionar información de ser necesaria. Ahora ha ocurrido que en los Estados Unidos, por su norma, ya desclasificaron una serie de documentos, pero nosotros no hemos recibido ni mensajes, ni invitaciones, ni acercamientos de la actual embajadora. Nosotros, todo lo que no signifique una intervención o una presión, no tenemos inconveniente en hablar con quien quiera hablar com nosotros; pero nosotros, a esas personas que vinieron de la Embajada, a otra persona con que hemos hablado del PNUD [Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo] les hemos dejado claro, y así insistimos cuando se hacía el decreto, que el lenguaje que debía usarse no era el de «los hechos del 20 de diciembre». Ese es un detallito bien importante: Se dice «la invasión del 20 de diciembre de 1989», porque aquí, eufemísticamente, se quería hablar de «los hechos del 20 de diciembre». Fue una invasión y ahí están todas las evidencias de que usaron alta tecnología militar innecesariamente. Entonces, cómo llamarlo de otro modo; [cómo negar] que fue una invasión sin declaratoria previa de guerra, con nocturnidad, con premeditación, con alevosía; con todo lo que en el Derecho Penal son agravantes para los ciudadanos de un país, en este caso, de un país contra otro.
¿Qué podría aportar el Estados Unidos a la Comisión del 20 de diciembre?
Estados Unidos podría aportar evidencia importante sobre, realmente, los muertos que ellos contabilizan, porque las cifras que se han dado no parecieran ajustarse. Y ellos dieron, y tienen que ser consciente de eso, un trato no humanitario y no digno a los cadáveres. Eso ha creado las dificultades que se han tenido en la identificación de los cuerpos disponibles. Ellos podrían, y creo que [debe ser] parte de las gestiones futuras o actuales de la Comisión, que nos den más información. Obviamente, no creo que vayan a aceptar una culpa. El mundo no ha estado acostumbrado a ese tipo de disculpa para los países que han sido indebidamente agredidos militarmente por los Estados Unidos; pero ojalá llegue un momento histórico en que ellos aprendan que hay hechos por los cuales tienen que pedir disculpas. El Papa lo ha pedido varias veces por lo que hizo la Iglesia siglos atrás y creo que los Estados Unidos hay mucha gente que no compartió y no comparte esta invasión de Panamá y otras acciones militares de los Estados Unidos.
Usted quisiera que la Comisión fuera permanente porque para el 2025 el trabajo no va a estar completo. Actualmente están trabajando en la identificación de muchos de los cadáveres para la tranquilidad de las familias, para la memoria histórica. ¿Qué trabajo está faltando y qué se debe continuar?
Sí, esta tarea, calculamos, que 100 % no va a estar terminada para enero de 2025, habrá que continuarla; pero esta comisión debe tener carácter permanente para ser custodio de la conciencia nacional frente a la Invasión. Incluso, frente a los que todavía señalan que fue una liberación. Hay que separar una cosa de la otra y eso tiene una importancia muy grande, porque el propio mandato que se nos da, señala que lo que recoja la Comisión se depositará en los Archivos Nacionales, la Universidad de Panamá, la Biblioteca Nacional. Ya nosotros estamos en vías de celebrar un convenio con los Archivos Nacionales, que están muy modernizados, para ir dejando ese testimonio. Aquí, la ley que creó el 20 de diciembre como día de Duelo Nacional, mandata (y eso lo pedimos nosotros y lo pidieron los familiares) que en el currículum escolar se incluya la verdad de lo que ocurrió el 20 de diciembre [de 1989]. Incluso, contar cosas como todas estas vistas que hay aquí y dar fe de los testimonios de familiares, heridos, etcétera, que se han ido recogiendo. Entonces eso quiere decir que mientras en Panamá no exista una plena conciencia sobre el 20 de diciembre [de 1989], las tareas de la Comisión tienen que continuar, y nosotros vamos a tener que seguir usando instrumentos para resguardar primero las evidencias, los testimonios. Hay gente que vivió la Invasión; pero que se va a ir muriendo con el tiempo.
El papel de los académicos, de los investigadores, de los historiadores, más allá de la Comisión, porque no toda la investigación histórica tiene que venir de la Comisión. ¿Cómo ve a sus pares académicos, cómo ve a los científicos sociales abordando este tema de la Invasión?
Después de la Invasión, hubo varias obras sobre la Invasión; pero también hay obras testimoniales como el libro de Pedro Rivera y Fernando Martínez [«El Libro de la Invasión»].
Usted habla de los archivos desclasificados. Eso hasta se publicó en su momento, «Panamá Files» [https://panamafiles.revistaconcolon.com/] ¿Cuánto de ese material desclasificado por los Estados Unidos ha sido aprovechado por los medios de comunicación, por los periodistas, por los investigadores, por la sociedad panameña en general?
Yo siento que los medios no lo han aprovechado. Es más, yo creo que aquí hay una entrevista que hicieron dos periodistas a Marc Cisneros [Julia Elena Alvear y Myrna Ortega para Nex Noticias] y esa entrevista pasó fugazmente por los medios y no la volvieron a repetir, donde Marc Cisneros, que no es figura de mi devoción, desde luego…
… Pero es una fuente histórica. Es una fuente al final.
¡Sí! Pero dijo cosas duras para el norteamericano y aquí esa entrevista pasó de manera fugaz y es muy valiosa. Siento que ahora, una de las cosas que está ocurriendo es que los medios de comunicación están mostrando más interés en los resultados de lo que estamos haciendo en la Comisión, tengo reconocerlo… Incluso, medios internacionales nos están pidiendo entrevistas, y yo siento que hay más espacio para eso. Pero, también, por mucho tiempo este tema no se tocaba en el país o se tocaba con esas expresiones de liberación, etc. Yo creo que se está abriendo un espacio.
Realmente, ¿en algún momento va a haber la posibilidad de dar una cifra certera, científica, o toda la vida nos vamos a quedar con números que pueden ser especulaciones?
Bueno, a nivel de deseo y esperanza yo quisiera que fuera así. Es difícil porque se han dado cifras muy disímiles. Hay listas que se hicieron después de la Invasión, esta lista que está aquí, que son como de trescientas y tantas personas, que hicieron organismos de Derechos Humanos [Listado de 317 personas publicado por el Centro de Estudios Estratégicos de Panamá en 1992]. De ahí arrancamos y hubo otras listas, y ahí está incluido como muerto el señor que estaba vivo [Boris Ariel Gilkes Ayarza, dado por muerto con una lápida en el Jardín de Paz y, recientemente, ubicado con vida]. Entonces, hoy hemos ido depurando esta lista y otras listas con las evidencias en el Ministerio Público y en el Tribunal Electoral, y esa tarea no ha terminado. Yo hallo muy difícil que logremos dar una cifra definitiva y ojalá, incluso, los norteamericanos pudieran abrir más el compás para que nos ayuden a encontrarla. Porque yo, incluso, recibí un testimonio informal de alguien que estaba en El Chorrillo cuando la Invasión y me decía que en la noche había visto un montón de cadáveres que movieron con bulldozer y en la mañana estaba limpio ahí en la avenida A, él estaba en el edificio Penonomé. El trato que se le dio a los cadáveres no fue el que prescribe en las normas internacionales. A eso hay que agregar gente que tuvo temor de reportar que sus familiares habían muerto, otros, incluso, no lo reportaron, porque eran contrarios al gobierno de ese entonces y pensaban el reportar e incluir [a los desaparecidos] en una lista, era incluirlo en una lista de quienes estaban apoyando al general [Manuel Antonio] Noriega. Todas esas cosas se dieron. Algunos de esos casos han sido recuperados y las personas han cobrado conciencia de que su familiar tiene derecho a estar en esa lista, aunque fuera un militante de la Cruzada Civilista. La mayoría de los muertos son civiles con toda seguridad.
¿Hay que desvincular la Invasión de la postura ideológica del momento?, ¿hay que desvincular la Invasión de ser civilista o ser pro militar o norieguista en caso tal?
Sí, yo creo que es así, y eso es lo que estamos tratando de hacer.
¿Trasciende de eso?
Eso tiene que ir más allá, porque parte de lo que se trató de vender por los norteamericanos y algunas personas o grupos de personas aquí, que trataron de vender al país, era, incluso, que los que enfrentaron a los norteamericanos eran simples noriegistas y la Constitución dice que los panameños estamos obligados a tomar las armas frente a una agresión enemiga. Esas personas fueron estigmatizadas. Aquí hay testimonios de que muchos militares murieron enfrentando la Invasión, que no es que salieron huyendo. Habrá otros que salieron huyendo; pero aquí hubo gente que enfrentó la Invasión. Bueno, toda esa gente trató de estigmatizar y hacer una parcela, una dicotomía: «Aquí lo que aplauden la Invasión y acá los que están en contra». Eso no debe ser. Fuimos invadidos injustificada y brutalmente.
Fuente: La Crítica