Samuel Lewis Galindo
Resulta harto difícil el poder resumir en dos artículos acontecimientos que se dieron en los años en que el país estaba controlado por los militares, sobre todo, llevar una cronología de los hechos, que culminan con la invasión en 1989 que ningún panameño buscó.15/12/2019 00:00
Resulta harto difícil el poder resumir en dos artículos acontecimientos que se dieron en los años en que el país estaba controlado por los militares, sobre todo, llevar una cronología de los hechos, que culminan con la invasión en 1989 que ningún panameño buscó.
Durante el régimen militar, primero fue la Policía que se convirtió después en Guardia Nacional y más adelante en las Fuerzas de Defensa. Noriega, ya como general, creó los tristemente famosos “batallones de la dignidad” y desató una implacable persecución contra los que se oponían a sus desmanes. Los civilistas se unieron entonces bajo la bandera del Dr. Arnulfo Arias, a quien consideraron su candidato de triunfo en las elecciones de 1984.
El general Torrijos, mientras tanto, fue negociando un nuevo tratado con los EE. UU. Desde 1903 los panameños nos sentimos profundamente ofendidos por el tratado que firmó Philip Bunau Varilla y que le daba a los EE. UU., a perpetuidad, el derecho a la construcción del canal y a la zona adyacente al mismo. Torrijos encontró una buena disposición por parte del presidente Jimmy Carter. Después de arduas negociaciones en las cuales Torrijos, con gran habilidad, pudo conseguir un gran respaldo a favor de la causa panameña. Finalmente en 1977 se firmó el Tratado Torrijos-Carter que nos daba plena jurisdicción sobre nuestro territorio, a pesar de que el mismo contenía una cláusula que le permitía a los EE. UU. intervenir en nuestro país si ellos veían algún peligro en el tránsito del canal.
Torrijos le dijo al pueblo panameño con encomiable sinceridad que “vamos a seguir bajo el paraguas del Pentágono” (reforma de última hora presentada por el senador De Concini) y pidió a las próximas generaciones que lucharan por su eliminación.
Se produjeron dos muertes que tuvieron un gran impacto en el país: la del Dr. Arnulfo Arias y la de Omar Torrijos. Torrijos antes de morir y después de firmado el nuevo tratado, manifestó que los militares se retiraban a sus cuarteles y que los civilistas asumirían la responsabilidad de gobernar. También creó el PRD; permitió el regreso de los asilados políticos y se dio el “veranito democrático”; reabrieron los diarios y emisoras que estaban cerradas; la reactivación de los partidos y ofreció elecciones libres en 1984.
La muerte repentina del Dr. Arnulfo Arias causó gran tristeza entre los civilistas que veían en él un candidato de triunfo. El entierro del Dr. Arias fue monstruoso, nunca antes visto y fortaleció, aún más, a los civilistas. Tras la muerte del general Torrijos, los militares y el PRD se encontraban desconcertados y sin ningún líder que les permitiera, con un buen candidato, seguir gobernando.
Después de varios cambios, asumió el mando el general Noriega. Su personalidad cambió muchísimo conforme iba ascendiendo en la escala militar. De un hombre muy sencillo, dedicado a su familia, en el modesto hogar que tenía detrás de la Universidad de Panamá, pasó a convertirse en un ambicioso sin límite, buscando dinero en cualquier forma. Entre los ilícitos que cometió estuvo el haber incursionado en el narcotráfico y convertirse en empleado de la CIA de EE. UU. Con exclusión Lakas y Arístides Royo, que fueron recomendados por Torrijos. Noriega quitó y puso presidentes a su antojo. Por el “Palacio de las Garzas” pasaron: Nicolás A. Barletta, Ricardo de la Espriella, Jorge Illueca, Manuel Solís Palma, Eric Delvalle y Francisco Rodríguez.