Fiscales de homicidio exhumaron el jueves restos enterrados en un cementerio capitalino para someterlos a pruebas de ADN y determinar si corresponden o no a los de un militar de las antiguas fuerzas de defensa de Panamá y que murió durante la invasión de Estados Unidos al país hace 31 años.
Un tribunal de justicia ordenó a comienzos de este año la reapertura de la investigación por la muerte del teniente Braulio Bethancourt, cuya familia asegura que el nombre de su familiar fue colocado erróneamente en la fosa que fue abierta el jueves en el cementerio Jardín de Paz.
“Han sido 31 años de espera”, dijo Brenda Bethancourt, hija del militar caído y quien junto a su madre presenció desde otro punto los trabajos de exhumación. Bethancourt aseguró que su madre y su hermana estuvieron en la apertura de las fosas comunes que fue realizada en mayo de 1990, cinco meses después de la invasión, y que ambas dejaron constancia de que el cuerpo que llevaba el nombre de su padre no correspondía.
La exhumación realizada en el Jardín de Paz forma parte de los esfuerzos que hacen una comisión y familiares que buscan identificar a víctimas y encontrar desaparecidos.
El anhelo de conocer la verdad sobre las víctimas de la invasión que expulsó al dictador Manuel Antonio Noriega (1983-1989) ha sido un camino lleno de tropiezos y demoras. Un atisbo de esperanza para los familiares de las víctimas surgió a comienzos de 2020, cuando las autoridades judiciales reabrieron casos y ordenaron las exhumaciones, pero la pandemia por el coronavirus, el confinamiento y la demora en la entrega de los fondos para operar han atrasado los trabajos.
El cuerpo desenterrado el jueves se suma a un grupo de otros 31 que fueron exhumados en 2020 y que también corresponden a víctimas de la invasión y están siendo analizados para su identificación en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Además de Bethancourt, el tribunal ordenó la reapertura del caso correspondiente a Carmen Díaz, una joven de 21 años que vivía en la calle 27 de El Chorrillo, barrio que fue el epicentro de los bombardeos y consumido por un incendio durante la invasión.
Eva Díaz, hermana de Carmen, estuvo también presente en la exhumación. Dijo que su hermana cuenta como desaparecida porque no lograron identificar su cuerpo durante la apertura de fosas comunes en 1990.
“No esperaba que esto se diera… es bueno lo que se logró, que llegáramos a esto para poder, primero Dios, que se reconozcan las personas, que se encuentren a todos”, dijo Díaz.
Las exhumaciones han sido posibles gracias al trabajo de la comisión que desde su creación hace cinco años ha buscado información sobre las víctimas y testimonios de familiares. Con las recientes reaperturas de los casos de Bethancourt y de la joven Díaz, a la fecha suman 16 los que el tribunal ha reabierto.
Geomara Guerra, fiscal superior de la sección de descarga de homicidio y femicidio de la Fiscalía Metropolitana y quien estuvo al frente de la exhumación, explicó que la diligencia “se produce a instancias de que los familiares tienen fuertes dudas… y aún no cuentan con la certeza de quiénes son los que se encuentran dentro de las fosas”.
Los restos desenterrados fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, donde se les realizará un perfil genético y se cotejarán con muestras de ADN de la familia Bethancourt.
La invasión que expulsó a Noriega mató a alrededor de 514 panameños, entre civiles y militares, según estimaciones oficiales. Por parte de Estados Unidos se reportaron 23 soldados fallecidos.
Organismos de derechos humanos estiman que la cifra de víctimas panameñas podría ser mayor y eso fue en parte lo que llevó a que se estableciera la comisión.
Fuente: MSN